jueves, 1 de enero de 2009

Polaroid de Letras 37

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La Noche avanzaba implacable, desaturando todos los colores de la ciudad.
Me quede adormecido, en el banco de la plaza mirando hacia el Boulevard.

Alguien late, la calle late, todo el aire es la respiración de quien late respirando. Abro los ojos y todo es blanco y negro, calle charolada de empedrado.
Son pasos cortos, un ser corre, es un chico, muy bien vestido, con todos los pelos confundiendo la gravedad, pasa delante mío trotando, como buscando algo.

Llega a la calle mas ancha con boulevard en el medio, dobla a la izquierda, levanta la mano derecha y tiene una antorcha que es lo único que tiene color.
Todo es color fuego.
Mira hacia todos lados, y acelera el paso, como si algo lo persiguiera, con el gesto en la cara de estar salvando a la humanidad llevando la antorcha.

Como en una jaculatoria grita como un sordo
"los que tiene el amor, tienen el poder del Fuego".
Llega al final del Boulevard, muy agitado mira perdido en el ahogo del cansancio a una nena que lo esperaba con los ojos dorados.
Juntos alzan la antorcha y prenden fuego un árbol, el fuego es dueño de la sed mas grande. Es un dios devorador sin boca.
Paulatinamente todos los árboles del boulevard fueron incendiándose.

Los chicos exultantes de miradas inabarcables de alegría, saltan y gritan
"los que tiene el amor, tienen el poder del Fuego".
Cupido miraba absorto, la función del arte.
Fagocitar lo amado, es hacerlo nuestro. Es ser otro en uno, es ser uno en otros.
Ser de otros.


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