viernes, 4 de julio de 2008

Polaroid de Letras 13

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Son las tres de la mañana y la televisión de mi habitación se muere de sueño.
No me acostumbro a vivir solo, y valga la estúpida ironía de pensar que se puede vivir de otra manera, cuando solo somos nosotros.
Mas allá de mí, es todo lo otro, el resto del mundo que no soy yo.

Hoy tuve ganas de escribir un texto encriptado, será que mi exilio me lleva a cerrarme en mí y en vos, que nunca recibirás este email.

Me acosté despacio, sin vencer el limite que hacia de esta cama un mundo para dos.
En este hemisferio lo único que alumbra es el recuerdo de tu sol interior.
Cada 5 minutos amanece y 10 minutos después todo vuelve a ser noche.
Los árboles se desvanecen de vergüenza por no volver a alcanzar ningún fruto tuyo.

La sandias por doquier, guían a la nube errante de alguna palabra en taiwanés, que aparecen en las miles de notitas que me escribiste diciendo que yo te recordaba a los artistas orientales.

La luna no daba luz, solo estaba allí, esperando por ser nombrada.

Quien fue capaz de dividirnos?
Quien tomo la decisión en el principio de los siglos de que vos y yo No seamos uno?

Como zombies de la palabra, errabundos de este patético mundo, fuimos obligados a buscarnos sin mapas, sin saber nuestros nombres, ni conocernos el rostro.

En todo el transcurrir de mi tiempo habité como un loco con una navaja de fuego, intentando herir a la eternidad y así detener el tiempo.

Un conejo de mazapán se dio cita frente a mí, justo antes de que Alicia los viera caer en el hueco del país de las maravillas. Y juro que los masacre para que dieran algún rastro de tu pelo, y no dijeron nada. No tuve mas remedio que masacrarlos a sobredosis de chocolate amargo.

Escalador de todos tus sueños, me siento un prófugo de mi destino, alguien se robó el guión de mi vida y acá estoy esperando bajo toda esta lluvia de letras que me moja esta ropa harapienta.

Recuerdo la lluvia en Baltimore, y como un rompecabezas las fichas caían todas desordenadas, armando la foto de miles de cables de esta ciudad buena sin aire.

Se que vos no me estas buscando y yo te busco quieto, sin mover un solo dedo para encontrarte. Quizás me da pánico saber que alguna vez puedo verte nuevamente sin recordar siquiera como festejaba la comisura de tus labios las conquistas nocturnas.

1 comentario:

Daniel Mc Riley dijo...

Carlos, como siempre es un placer recibir todos los viernes tus escrituras. El blog en su conjunto está tomando una unidad de estilo y temas realmente interesante...
Te he linkeado en mis blogs, para ayudar a difundir tus pensamientos.
Un abrazo grande, Danny