martes, 15 de abril de 2008

Polaroid de letras 1

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“Un lago en el cielo, es mi regalo

Para olvidar lo que hiciste”

Hoy hay menos gente en la calle. Como si la mañana anochecida todavía invitara a no salir . Esa remolona idea de “salir” estando tan cómodamente cobijados en nuestra morada. Esa pereza por irnos a vivir el afuera, cuando es tan suavecito este vivir dentro.

Es viernes y el viento sopla con la suavidad de una pana. La calle solo esta habitada por árboles, y algún auto que circula como pidiéndole permiso al asfalto.

Salgo de casa y me pongo los auriculares, me habita esa cosquilla de adrenalina que surge al ponerle soundtrack a la vida de todos los días.

Comienza a sonar la música.

Como un mantra pagano repito una y mil veces la escucha de “Un lago en el cielo”.

No logro borrar este tema del pendrive.

Una vez por semana cambio todo la música que llevo a todos lados, pero es mas fuerte que yo y el tema de Gustavo Cerati perdura como el miedo a la oscuridad que guardamos desde chicos.

Platón decía que las almas antes de entrar en tierra, pasaban por un lago que al bañarse olvidaban por completo todo lo anterior. Las ponía en “blanco”.

Sobre la mesa de madera del patio, escondida entre varias plantas hay una vasija de vidrio.

Inventare un lago artificial cada día.

Como un rito de noche, sumergiré las manos, mojare una venda y me humectare los ojos.

Olvidaré? Olvidarán?

Luego de varios días, mi lago artificial no funcionó.

Recostado en mi hamaca paraguaya pensé que quizás ese lago que nos salvaría del pasado que vuelve una y otra vez, que condena a nuestra memoria a un péndulo de recuerdos, pueda ser una trampa mortal. Un “espejismo que aumenta la sed”. Y la medida de nuestra sed, es del tamaño del angular de nuestros ojos.

Lo mejor es ir despacio para encontrarse, y saber que el tiempo dura lo que un puñado de arena en nuestras manos.

Me alegre de que mi mini-lago artificial borrador de recuerdos no funcione.

Después de todo, para avanzar es necesario fundar sobre firme, y solo se logra con heridas profundas en la tierra, con pozos que busquen hasta el mejor suelo, el de mayor resistencia mecánica.

Pero si hubiera funcionado?

Que duele mas, el recordar que olvidamos, o el olvidar los recuerdos?.

Imposible empresa a desarrollar, más aun cuando se sabe por nuestras marcas cuanto hemos dejado.

Sentir algo que nunca sentiste, es estrenar los sentidos de nuevo.

Como nacer, siendo otros al sentir de un modo distinto a la bitácora de olfatos, dactilares, gustativas, visuales y auditivas que nuestros sentidos apuntan detalladamente.

El inconmensurable placer de sentir. Sabiendo por Sentir y no por saber lo que “sentimos”.

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