martes, 15 de abril de 2008

Polaroid de letras 3

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Vuelvo cansado y todo en la casa es silencio, me pareció hasta extraño que los gitanos de al lado no estuvieran en la puerta de calle.

Todo esta a oscuras y el reflejo de la calle camufla a la mesa de álamo que oficia de comedor.

Por unos segundos me detengo y me pregunto el misterio de las vetas de la madera.

Voy hasta mi habitación para colgar el traje, luego me preparo para bañarme y pongo la ropa a lavar. Sigo en silencio, paso por la tele, dudo y me repliego. Mejor no prenderla todavía, es una compañía que no acompaña.

Entonces me entusiasma la idea de poner música, miro y recorro con la vista una larga lista de CD, The Smiths-The Housemartins-Jorge Drexler-Massive Attack-Leo García-Los 7 Delfines . . .Erick Satie. Me detengo en ese nombre que te nombra, y lo pongo.

La casa se inunda de pianos, todos los objetos son teclas. Las juntas de la cerámica de la cocina ofician de pentagrama.

Recién bañado me desplomo sobre la cama buscando un punto fijo del cielorraso para perderme y dejarme llevar a la nada del descanso. La música sigue pintando la casa, pero la escucho lejana.

Me detengo mirando el solado de mi habitación que solo se ilumina por mi velador heredado.

De la calle entran y salen reflejos, como ladrones del alma de los muebles.

Los muebles de mi casa son camaleones, las luces de la calle los camuflan, como lo hace el sol durante el día. Se visten según la ocasión.

Como un astrónomo de pisos, descubro mundos en cada tabla del parquet de mi habitación.

El Viraró es un tipo de universo muy particular. En cada pieza de madera hay miles de historias, de paisajes desolados, de desiertos olvidados, de lluvias felices.

Hay historias de veranos limpios sin una veta.

Hay historias de primavera con pequeñas pinceladas, con pintas como una alergia.

Hay historias de otoño, en donde su alma empieza a ponerse triste y la asalta la sombra, manchándola.

Hay historias de inviernos donde se apaga hacia adentro replegándose. Se oscurece y es un infinito paisaje nevado y solitario.

Pero la gran incertidumbre me las provocan las “manchas”, los denominados “nudos”.

Que accidente?

Que dolor?

Que incógnita de la naturaleza hará que aparezcan estos agujeros negros de las astillas. Estos lunares profundos.

Los árboles son un gran misterio.

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