martes, 15 de abril de 2008

Polaroid de letras 2

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Sábado a la noche en Buenos Aires, es febrero y el calor asfixia.

Anochece como si un gran frasco de tinta china se hubiera volcado en el cielo y todo se oscureciera.

No se bien porque, pero esa noche el 166 demoró mas de lo que correspondía.

Igualmente nada me apuraba, solo esa ansiedad del encuentro.

Nada aseguraba el éxito total de la epopeya que veníamos emprendiendo, pero era imposible no asumir aquella batalla final.

En la parada me hacían “compañía”, dos adolescentes que de un modo grandilocuente, intercambiaban anécdotas obscenas como cadenas de un rosario.

Por momentos resultaba insoportable ese murmullo y las risas de vidrio rajado. Me incomodaba no poder pensar de qué modo empezaría a explicarle todo las toneladas de cosas que me pasaban.

Llego el 34 y las precoces rezadoras de erotismo barato subieron y se fueron.

Como una aparición, el silencio se hizo presente, la avenida Juan B. Justo era pura soledad de un amarillo asfixiante, dado por las luces de la calle.

Dos minutos después aparece el 166, subo y el chofer no mira siquiera quien sube, espera mi indicación y marca la maquina. El viaje al campo de batalla es un hecho.

Trato de perderme en miles de patentes, investigo los ventanales iluminados de los edificios, buscando inventar una historia con dos o tres datos que me revela la velocidad del colectivo.

Siento como si no habría ni un mínimo lugar para nuevos pensamientos, todos los cajones de mi mente están vacíamente ocupados.

Esa sensación como cuando volvemos de un recital que el silencio de la noche nos aturde.

1: –No hay lugar para después, todo es Ahora.

2: –Todo ahora es una pesada carga para siempre, como vivir con el todo y tener las manos vacías.

1: –Yo no pido ni todo ni nada, yo pido un Ahora, siempre es presente.

2: –Pero nuestros presentes son bifurcados caminos, casi paralelos –respiró profundo y afirmó-

Paralelos. Vos tenés un presente, y yo no tengo consuelo.

1: –Yo supe de mí por vos. Vos supiste de vos por mí.

Entender la verdadera dimensión del ahora es ser dueños del futuro, modeladores de nuestro pasado y domadores del presente. Es Ser.

San Benito de Palermo esta en llamas, mis ojos destellaban.

Bajo por Soler llegando a Juan B. Justo, hay folletos abandonados en la zanja donde se anuncia que Los 7 Delfines tocaran en La Trastienda hoy a la noche, a las 23hs reza el panfleto y enfatiza “puntualmente”.

Lo llamo a mi amigo Adrian Cabe le cuento del recital y pactamos encontrarnos.

Paro un taxi, todo adquiere construcción de bálsamo.

-Hasta Balcarce y Belgrano –dije perezosamente. . .

Fueron 25 minutos de silencio, que me costaron 18$.

Empiezan los primeros acordes de “Vendado y Frío”, Richard Coleman es parasicólogo de los desterrados. Lee mis desafinados sentimientos.


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