jueves, 17 de abril de 2008

Polaroid de Letras 4

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Es Sábado y la ciudad esta prendida fuego.
Sonó la alarma y se largo la cacería a gran escala. Todos somos devorados devoradores.

Nunca más seguro del CD a elegir para musicalizar la expedición “Dirty” de Sonic Youth.
La música despellejaba a diestra y siniestra los semáforos de la avenida.
Mi auto negro como un murciélago viajaba a ciegas.

Ojos fagocitadores de pieles hacen de Buenos Aires un gran templo del deseo.
El cielo nos anuncia que no hay piedad para los cuerpos. Todo es alimento.

Recorro la ciudad viendo según la zona el juego de los guerreros.
Princesas caníbales pueblan los bares de todo este reino.

No hay tiempo para el minué de los buenos modales de seducción, solo una gula desbordante. El tiempo en espera es veneno.

Te vi y me miraste. Cumplí la regla de los cinco segundos de miradas en celo.
Dispuesto a concederle a tus fronteras todo el tiempo, hable hasta vencerte todas las defensas.

Invite a tu cuerpo a la jaula del domador, y prometiste un espectáculo de mil verbos.
El lenguaje del cuerpo es menos rico en adjetivos, todo es guturales alaridos de ritos añejos.

Descubrí todo tu dialecto y no sabia que nombre le seguía al primero en tu documento.

Como “banda de sonido” de pensamientos sonaba furiosa la canción “Drunken Butterfly” y repetía incesantemente “I love you, I love you, I love you, what´s your name?”

Banquete de ciegos, te serví y me serviste una cena inigualable, como si hubiéramos inventado el hambre de nuevo.

Leí con mi lengua un texto en braille escrito en cada rincón de tu cuerpo. Recordé a Greeneway y la película que vi mil veces “Escrito en el cuerpo”. No valía ni la pena explicarte sobre este director de cine tremendo, sobre su versión de La Tempestad, si acababa de estallarte una tormenta.

Volvimos a la calle, ahora todo era silencio, la ansiedad por despedirnos hizo que nos olvidáramos de anotarnos los celulares.
O acaso fue el miedo a que la magia nos haya sido regalada solo por esa noche.
Quizás la memoria nos insinúo no volver a vernos.
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