viernes, 20 de junio de 2008

Polaroid de Letras 11

Yo Terry Omak asumo el compromiso de escribir un “Diario de Certezas”.

Acumularé todas la verdades posibles de asimilar en mi cuerpo y en mi alma.

Haré un trabajo minucioso capaz de no dejar librado al azar ningún segundo torpe e inseguro que de signos de alguna debilidad interior.

Los trabajos serán arduos pero será preferible a rayar con un vidrio roto y sucio cada letra de personalidad.

Los edificios interiores han mostrado algún fortuito símbolo de fisura.

Si, diré fortuito pues no le daré el gusto a esta alma sensible de justificarle estas galimatías de sentido interior.

Las lagunas están algo contaminadas pero reconstruiré cada una de ellas, como un artesano del agua. Toda mi ciudad interior será como Utopía de Tomas Moro.



Sé que debo ser lo mas detallista posible, algo así como un viseccionador de todas mis afirmaciones. Esta vez no dejaré que los volcanes erupcionen y me lleven a una nueva crisis y pongan en riesgo “La ciudad de Mí”.

Debo recordar la cantidad de veces que he tenido razón, porque he tenido razón miles de veces, y los demás también lo han reconocido. Soy alguien sensato a quien no le hacen falta toda esa sensiblería de buscarse a si mismo. “Yo soy el que Soy” dice Dios en la Biblia.

La tarde del sábado cae profunda y sigo con muchas de las ideas principales que desarrollaré en mi diario. Estoy seguro que al escribirlo y leerlo una y mil veces, será como un mantra de certidumbre, algo así como un jaculatoria del que quiere ser y soy.



Entré al edificio y sonreí amablemente a todas las personas que me crucé durante el trayecto al ascensor, la señora del 5°C, siempre con ese olor a desodorante de ambiente, el señor del 8°B impecable hasta en el modo de llevar una bolsa de pan en la mano.



Bajé del ascensor y me encontré con Lucrecia, un ser luminoso de pelo negro y ojos celestes, la mire con el mismo asombro de siempre.

Seguro que ni se dio cuenta de esta lucha interna que golpea por salirse y llevo días tratando de mitigarla a palabras implacables en mi “Diario de Certezas”.



En la mano lleva un libro que yo le presté, “Esculpir en el Tiempo” de Andrei Tarkovsky

Me mira y me dice:

-Los estoy leyendo, y me esta haciendo reflexionar mucho, ayer marque una frase, mirá.

Me lo acerca para que lea en la pagina 218:

“Para mí, una crisis interior es siempre un signo de salud”

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