viernes, 10 de octubre de 2008

Polaroid de Letras 26

Con una rama seca de olivo, escribió sobre el barro todavía húmedo por la primera lluvia de primavera “Al filo del amor, se construye la eternidad”.

Él no sabía como descansar el alma en el cuerpo, hacer descender el ansia al deseo.



Era el séptimo poseedor de una margarita negra. Heredada.



En esas tardes donde el cielo parece incendiarse y Munch volvería a pintar “El grito”, la margarita lo interroga “¿Amas, o no amas?”.



Vivía condenado a amar, para no convertirse en un triste lobo.



Mentir es decir sin lastimar (reprise).



Dos Perdonadores lo auxiliaron aquella tarde en la que se acercaría a declararle un amor inconmensurable.



El cielo de aquel atardecer, lo habían pintado con resaltadores.

Ella se asomaría a su balcón francés en algún edificio de Villa Devoto.



Esperanza de anhelo, que juega su antigua esencia en el ser de los que esperan. Redimir el ser por el existir.



Sangre de palabras inundaban todas las calles, a la espera de una nueva luna, quizás llena.



Él, ansioso le propuso tomar una pócima para vivir siempre, “Ser eternos” le dijo. Y si algún día el amor se terminaba, deberían tolerar existirse.



Posible condena de dos que fueron uno, para descubrir que siempre somos solos.



- Quien quiere vivir por siempre?- dijo ella.



- Morir por amor es para los cobardes- dijo él.





Si ella decía “No” significaba el cambio de la materia.

Era vivir embrujado para siempre.

Errabundo de un silencio que no se nombra sino es de dos.

Suspiro del vacío más deseado.



La Felicidad aguardaba viendo la escena desde un bar, mientras le agregaba dos sobrecitos de edulcorante a su café.



Él llegó y la tardecita tenia gusto a mar. . .



Ella salió a su balcón francés. . .

Ella lo miró. . .

Ella subió la mirada, y no volvió a bajarla nunca más.





La Felicidad observó, lo miró y corrió la mirada tres veces…negándolo.

Chirrió un murciélago. . .



En el cielo, los Ángeles comenzaron a tocar la melodía de los des-enamorados, Lizt - Consolation N°3 (http://www.goear.com/listen.php?v=de2b9fa) . . .suave. . .casi sin lastimar a nadie. . .



Se plegó el cielo.

Todos los árboles del boulevard se inclinaban a su paso lento y cansino.



Peregrinaje sin testigos, comenzó su caminata por el boulevard Salvador María del Carril, rumbo a la plaza.

Su cuerpo comenzaba a cobrar luminosidad y transparencia, para cuando llego a la plaza era un fantasma, y su voz no existía. . .

Desde la copa de un roble añejo de la Plaza Arenales, aullaría cada noche de luna llena esperándola, por los siglos de los siglos.



Los autos se polarizaban de rocío, velando el deseo de todos nosotros, voyeur al paso.



La Felicidad estacionó frente a la Basílica San Antonio de Padua, en la calle Lincoln. Se arrodilló con las manos cruzadas. San Antonio la miraba inquieto, expectante, implorando a su vez no ser interpelado por la Eternidad.

La Felicidad, se apiado y no pregunto, y todos nosotros morimos en su claudicación.



Por no preguntar, nos preguntaremos toda la vida.



Cuando en la plaza parece escucharse un aúllo lejano y muy triste, dos lechuzas con ojos saltones que nadie ve, entonan “Una Furtiva Lagrima” de Donizetti (http://www.goear.com/listen.php?v=cf5ad13).

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