viernes, 31 de octubre de 2008

Polaroid de letras 28

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Me defino en la ausencia de lo que soy, pues ese espacio son mis límites.
Desdoblado sobre una soga que hace equilibrio sobre mis hombros, me paseo con los oídos desnudos por Av. De Mayo.

Hay jaulas detrás de todas estas personas. Detrás o adelante.
Yo las veo, con una nitidez de hambre. Algo sucio se me pego en la boca para siempre, y mis manos son látigos de letras.
Disfruto este triunfo de la crueldad de las palabras, como un zapallo en almíbar casero de abuela.

Dibuje mil veces la palabra Dios en todos lo rincones del limonero del patio. Dibujo porque no se como escribirla. Es mas fácil dibujar lo que decimos, que decirlo.

La alegría me desborda como a vos se te contraen las manos cuando estas rozando el vacío. Moretones de placer, sombras dactilares en tus piernas.

No hay cielo en octubre que no despierte el desconcierto de los que imaginan adivinar el tiempo. Pronosticar sobre acontecimientos de la vida, es jugar a la rayuela bajo la lluvia, con las tizas desapareciendo. Adivinar siempre es tiempo pasado.

Salté elásticos de mentiras, y descubrí mi mundo de colores.
Lo de vivir, es un acto simple. Hay que ver, oír y tocar.
El resto es pura masturbación intelectual.

Hay un abrazo esperando por Ser, cada dos metros de los ojos, cuando la vista va en la línea del horizonte. Cuando esta por debajo, solo somos estúpidos inspectores de veredas.

Voy por la calle, incierto mendigo.
Millonario en soles, vivo condenado a la luz mas sublime.
Sin saber, me aventuro en una expedición callejera de ojos.
Miro, clavo sin clavos. Miradas, me descubro como geólogo de pupilas. Minería de ángeles. He hallado miradas de oro.

Esta implacable sed del Todo, hace corregirme el GPS cada dos o tres metros de camino que avanzo.

Los atrapa sueños, me hacen colmarme cuando descubro que en mi identik mental de cada noche, hay un rostro inconcluso. Mi miro y no se quien soy. Me levanto pensando quien era . . .soy uno nuevo, cada 12 horas nazco.

La vida se arriesga en cada uno de nosotros el futuro de la eternidad, y no hacemos la menor referencia durante el cúmulo de nuestros actos a semejante responsabilidad.


No quepo en mí, queriendo asirme el alma que se me escapa, a festejar la alegría que no sabe como hacerse cuerpo sin encadenarse a vos.
Bendita lluvia de deseos, tengo un paraguas de red, estoy dispuesto a mojarme.


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