viernes, 7 de noviembre de 2008

Polaroid de letra 29

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Me quedo sentado en la mesa de la cocina esperando que la poca luz que se filtra por el esmerilado cielo nublado se retire.
El silencio de la casa, delata la sórdida palidez de la heladera que crea témpanos en paisajes desolados, a los que solo visitamos una o dos veces por semana cuando recurrimos a la comida freezada.

El patio se ve agobiado por el abandono, y esta colmado de hojas.

Hay viento, y por momentos la intensidad hace del árbol un striptease otoñal.

Aguardo las horas, una y otra, como cuando dejamos pasar los subtes esperando que venga el próximo un poco menos colmado de gente.

Pero acá todas las horas tienen la misma carga de cansancio que la anterior, y sé aunque espero a que llegue la otra en la Estación de los sueños, que será así.

Quiero engañarme, y solo justifico la espera.

Hago del sentado un anacoreta domestico, capaz de convertir a esta cálida casa reciclada en un monasterio trapense.

Son las cuatro de la tarde, y mi té de canela está listo. Tres cucharadas de azúcar traicionan la impoluta ritualidad del Té.
Soy quien corrompe mis propios ritos, con ansias de modificarme.
Desdoblarme fracturándome las entupidas certezas de saber que “Ayer”, fue imputado a una cuenta general sin apertura de costos.
Y “Hoy”, será devengado hora tras hora, sin ninguna intención de evaluar rendimientos y producción.

Jamás arme mi Carpeta de Lanzamiento, y el Presupuesto Básico ha quedado obsoleto.
Nadie se hará cargo de actualizarlo, por lo cual todos los índices darán mal siempre.
Tanto el SPI (Scheduled Performance Index) como el CPI (Cost Performance Index), irán mostrándome una tendencia constante de importantes desvíos, llegando quizás a No Recuperable.

Yo como PCE (Project Control Engineer), me controlo con una impunidad auto-destructiva.
Y dejando pasar el tiempo, traslado la responsabilidad de las medidas correctivas en un Gerenciador fuera de mí.

Sin prestar la mínima atención a los avisos en un Flash Report que se ahoga con las lluvias de primavera, en las ventanas con vidrios rotos del galpón del fondo.

Pienso, y suspirando me digo, citando al Principito:

Pero nosotros, que sabemos comprender la vida, nos burlamos tranquilamente de los números.

El margen del proyecto de vida, con que se mide? Cual es la unidad?

Cantidad de Dinero en billetes de 10u$s?
Sesiones de Sexo sutilmente violento y sin palabras durante la madrugada?
Medallas de latón acuñadas en letras góticas por nuestro desempeño Profesional?
Un volquete lleno de Post-It con mensajitos que dicen “genio” “hermoso”, “dulce”, “humilde admiradora” “bombón” “te como”?

Elegir no “ganar”, muchas veces, a pesar de parecer perder, nos templa el espíritu, decidiendo y no dejando que nos decidan por lo que nos conviene, contra lo que nos es ontológicamente necesario.
Al espíritu hay que educarlo en la alegría, no nos olvidemos que acciona como un burgués con miedo, paralizándose ante la incertidumbre.


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