viernes, 28 de noviembre de 2008

Polaroid de letras 32

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Pequeño manifiesto Malevich. . .

Cuando la pintura se desperezaba a comienzos de siglo, Malevich decidió refundarla.
Pintó un cuadrado Blanco sobre un fondo Blanco.

A las vidas, al mundo, se le acerca en momentos determinados la hora de lo que denomino Efecto Malevich, "Blanco sobre blanco". Punto cero.
De ahí en mas es anécdota de lo nuevo.

Es hora de crisis en el mundo, en la vida, en la esencia del ser, se vislumbra con total fascinación la fatal necesidad del Efecto Malevich.

De algún modo hay un juego en una mesa a la que no llegamos a verle la tapa en donde por momentos todo busca ser compensado. Si no es por certezas, por convicción, se resuelve por excesos, por crisis.

Nada va mas allá del limite que le corresponde.

Hay una frontera ontológica en el “ser” de las cosas que hace saltar las térmicas.

Cuando el crecimiento de algo excede lo que su esencia soporta, vuelve al punto cero, muta o se extingue. La economía constitutiva, es el mejor antivirus.

Algo le pasa a los ojos de la historia, hace días que esta con fiebre.

Hay en el aire de los viernes olor a lluvia de alegría.
Acerco a mis oídos ciegos, la boca-caracol de Benjamín, y escucho el sonido del mar de la esperanza.

Todo pierde el centro, nada es eje de nada. Todos somos soles de un nuevo sistema por crearse.

No hay orbitas prescriptas, solo limites invisibles, elásticos.
Seria útil saber donde vamos?

Luego pintó un cuadrado Negro sobre blanco.

Lo miro y solo veo profundidad y una vez mas, funda con ese profundo cuadrado negro, el sentido de la pintura, el sentido de todo arte, la incertidumbre.

Lo impenetrable, es esencia del deseo.
El acertijo de la imposibilidad de lo aprensible, es sentido de vida.
Como el cielo de Terciopelo Negro de tu letras, de todo el silencio.

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