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Época de colegio y Martina ya va al colegio de “los grandes” como dice ella, y está punto de pasar a 2 ° grado.
Se impone diariamente una tarea titánica por aplicar rutinas de cena y sueño.
Cuando las manitos crueles del reloj están cercanas a marcar las 20hs. en este bendito país, empieza a evidenciarse en la cara su ingreso paulatino a estado alfa (sueño). Acto seguido se implementan operativos de emergencia para lograr cubrir los requisitos mínimos, bañarse, cenar y lavarse los dientes.
Pero ante mis ruegos por “Martina tenés que bañarte, te estas quedando dormida”, ella contesta con cara de enojada:
“Mi cuerpo tiene sueño, yo no”
De un modo tan sencillo, hizo el ejercicio de disociación de la existencia, y vino a plantear la gran dicotomía de la materialidad de lo que somos con lo que deseamos o queremos, más allá de la economía de un cuerpo.
Como si hubiera separado un clara de una yema, planteó con sencillez el gran tema del ser de hoy:
La dicotomía del Ser con el Querer ser, o del hacer con el querer hacer.
Palmariamente hace catarsis, y descubre que habita un cuerpo que no logra manejar plenamente a alguien que es “ella”.
Entonces descubre inconscientemente que debe trabajar para domarlo.
Fragua de deseos a cumplir, funde el yo, y lo templa en la palabra, buscando alcanzar la resistencia mecánica de su cuerpo.
Es la voluntad disociada de la economía del ser que somos.
Debe luchar para que su deseo de no dormirse se imponga a la cansina realidad de sus ojitos.
Sin saberlo ingresa a la epifanía de la voluntad, bordándole a su tenacidad los primeros triunfos.
Cuerpo y mente, un todo que actúan como gemelos nacidos pegados, y nos tiran para lados distintos.
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viernes, 5 de diciembre de 2008
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