sábado, 9 de agosto de 2008

Polaroid de Letras 17

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Agosto siempre suele ser cruel e inclemente, pero amo el frío. El sol toma un color espeso, especial, semejante al olor de las manzanas con caramelo de la plaza los sábados por la tarde.

No sufro en absoluto el invierno, pero como decidí ir a leer al aire libre, me puse la campera de corderoy marrón que me regaló mi abuelo. La calidad es sublime y la tersura de la tela italiana, se siente como una caricia al viento.

Sabía que no elegía un libro cualquiera. La ansiedad por abismarme a la obra de Alejandra Pizarnik, me limaba el cerebro. La Poesía Completa, era una experiencia fascinante.

Busque un banco alejado de las personas, y me dispuse a leer, abstrayéndome de todo lo que acontecía en la Plaza J. B. Terán.

Leía y se me congelaba la sangre a medida que el libro se consumía con mi lectura.
Alejandra escribe “las palabras tienen filo, te cortaran la lengua”.
Nos advierte sobre la ligereza en que vomitamos palabras, escupimos manojo intangible de letras.
Debemos hacernos responsable de las palabras, cuidarlas, regarlas y esperar a que florezcan.

Todo lo que decimos no siempre tiene eco instantáneo. En ocasiones parece que no hemos dicho nada, y sin embargo, sin percibirlo, sin quizás enterarnos nunca, una frase, una declaración, un sentir que dijimos bifurca un sendero en el otro/a.

Las palabras tienen filo para lastimar, me digo en voz baja. Pero se también que son sanadoras de distancias, o por lo menos de algunas.

Cierro por un minuto el libro y me imagino a Alejandra, chaira en mano afilando las palabras que usa.

No hay opción para una sociedad de apariencia. Hay que salir sable de letras en mano a herir todos lo egos del mundo, todas las vanidades.

“Ahora y siempre, es nunca”, escribe Alejandra.
Marco la frase con mi lápiz, vuelvo a cerrar el libro meditando en lo filoso de la palabra “Ahora”. Al momento fonético de decirla, al pronunciarla ya es Siempre.

Voy bajando por Nogoyá, hacia la Av. Lope de Vega, y me digo como buscando convencerme:
-Toda la luz de los ojos es “Nunca”.

Aunque los destellos que a Martina le titilan Ahora, durarán para Siempre.

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