viernes, 26 de septiembre de 2008

Polaroid de Letras 24

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Desde hace 12 días soy tutora de tu recuerdo, me lo otorgaron sin solicitud alguna. Dicen, que a mis 28 años de edad debería tener preparado este tipo de trámites en mi cabeza. Yo no quería ser grande, y menos estar sin vos.

En qué juzgado de qué lugar, consideraron que estaba en condiciones de vivir tan solo con la memoria de tu voz?
Resuena en mis oídos, el sonido de tus canciones para que me duerma, cuando la primaria era cosa de chicos grandes, y yo estaba en 1°A.

En que enciclopedia de Arte, figuraran las miles de lunas que le agregaste al cielo cada noche en las vacaciones de invierno, cuando cursaba mi primer año de la secundaria.
Mis aparatos y mi vergüenza adolescente me impedían decir claro, Te amo.

Anclas en la memoria, aquellas noches de verano en el patio de casa, cuando apagábamos las luces para ver cuántas estrellas en un código Morse que habíamos inventado, nos decían si el domingo habría sol para poder ir a la plaza.
En ese momento sentía que el destino del mundo dependía de nosotros.

Siento una incomodidad con esta realidad que es sin que yo logre insertarme.

Me veo extraña por llevar algo encima que no se como se lleva puesto.
Así como los anteojos que me acompañaste a elegir para verme menos fea, porque no veía bien de lejos el pizarrón.
“No vas a ver mejor”, me dijiste,” vas a ver distinto”.
Ahora veo distinto, pero los anteojos de tu ausencia, me molestan tanto que me hacen llorar mucho. . ., quizás sea que me aprietan la nariz.

Esa nariz que esperaba cada tarde tu regreso, para sentir tu mano y la pregunta con tus ojos profundos:
“Como te portaste hoy?”

Voy barajando años, en este rosario que tengo en la mano y no se rezar. Era tuyo, de tu primera comunión.
Me lo regalaste un día que lloraba desconsolada porque la maestra me había dicho que Dios era nuestro papá, y yo solo te quería a vos. . .como mi papá.
Sentado en mi cama, me miraste a los ojos y me dijiste, “él también es el mío”. “Es el de todos, pero yo soy solo tuyo.”

Donde habré puesto la carpeta con todos tus papeles?.
Odio tener que hacer estos trámites. . .verte en todas estas fotos, y que solo haya ruido a la calle dentro de esta casa, que se desmorona, como un almohadón cuando le quitamos su interior de guata, y la funda no sabe como seguir siendo. . .

Los papeles se acumulan por doquier, algunos ya amarillos, y sin ninguna validez. . .Sorprendida encontré en una bolsa prolijamente guardado el diario La Nación del día que nací y seguro compraste para que sepa en que estaba el mundo cuando yo llegaba, 11 de Noviembre de 1979.

Las últimas cajas y muebles, esperan acongojados, como emigrados cuando están por partir, sin saber donde, ni como será su destino.

Esa camisa, tu preferida, casi siempre te la ponías cuando íbamos a pasear solos, vos y yo.
Recuerdo que me sentía una princesa caminando de tu mano.
Nunca volví a sentir con tanta seguridad mis pasos.
Arnés de tus brazos, con tus abrazos me sentía capaz de hacer parapente en el precipicio más alto.

La tarde caía con nosotros en la heladería, vos chocolate y mascarpone, yo manzana y dulce de leche con merengues. . .

Siempre hablabas de una libretita de tapas blancas, que habías perdido, apenas nos mudamos a esta casa. Estuviste por días triste. Paradoja del destino, ahora que la casa esta vacía, detrás de un baúl viejo de tus abuelos, escondido entre la tela que lo vestía interiormente, la veo. . .

Me siento en el piso, la madera cruje, como saludándome.
La tinta en algunas paginas se fugó o esta a punto de hacerlo.
Recorro y voy leyendo azarosamente, citas, pequeños pensamientos tuyos, anotaciones, la tinta siempre es negra. . .
De pronto aparece aplastada, como dormida una flor de lavanda, al abrir la libreta en esa página, bosteza con su perfume particular.
Hay algo escrito en rosa. Perpleja trato de adivinar algún mensaje entre los criptogramas, borrosos signos. . .
En un costado aparecen números, como si fueran una fecha, me esfuerzo y logro distinguir:

“11.11.1979

Verte, nace!”


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